Oración
Señor Todopoderoso,
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
Te alabamos,
Te bendecimos,
Te adoramos,
Concédenos, a imitación de la
Bienaventurada MARIE POUSSEPIN
Ser inquebrantables en la fe, firmes en la esperanza
y generosas en la caridad.
Enciende nuestras almas
en una viva comunidad de amor y de santidad,
a fin de que ellas puedan cantar eternamente el cántico de alabanza:
Gloria al Padre,
Gloria al Hijo,
Gloria al Espíritu Santo.
Amen
En mi oración y mi recuerdo estás presente, tus pasos y tú presencia nos acompaña
Por los fértiles trigales de la Beauce, y las callejas empinadas y polvorientas de Sainville quiero a tu lado caminar Marie Poussepin, y tus salidas misioneras, espiritualmente acompañar para contagiarme de tu aliento que salva y que redime, que es amor a Dios al que encuentras a tu paso, y que es fuego que enciende cual antorcha de luz, que a todos ilumina para mostrarles el camino en su breve peregrinaje por el mundo.
Quiero a tu lado, fraternalmente, no estar sola, si no con todas aquellas que acogimos tu proyecto, para que en tu compañía, revitalicemos nuestra entrega como fue la tuya, de servicio y olvido de ti misma, para atraer no sólo a las jovencitas de tu entorno si- no a nosotras, con tres centurias adelante, en el correr del tiempo.
Te hablo desde mi insignificancia, pero con el corazón henchido de amor y gratitud, a ti Marie Poussepin, que nos legaste con tu ejemplar vida y donación, qué hermoso es entregarse por el otro, sin reparos como lo hace la fuente silenciosa con quien se acerca a ella, para saciar su sed y darle vida.
Te pido Madre Fundadora, que nuestra entrega sea como un arpa cimbreante y cantarina para que tú puedas pulsarla con tu música.
Que nuestra vida sea como arcilla suave entre tus manos para que tú puedas amasarla como quieras.
Que nuestra entrega sea cual llama luminosa entre las sombras para que tú puedas entregarla a mis hermanos.
Que nuestra vida sea cual escogido leño disponible para que tú puedas incinerarlo en bien de los que sufren.
Que nuestra vida sea acogida permanente en que el amor cobije a todos.
Que nuestra entrega sea perdón y amor en todos nuestros actos para que tú puedas ofrecerlo a quienes no tienen paz en sus corazones.
Que nuestra entrega sea cual hoguera palpitante que acerque a Dios a quienes se hallan lejos de lo trascendente.
Y que nuestra vida sea respuesta generosa a Quien nos ha llamado para que tú animes nuestra entrega y renazca en cada una el amor primero.
Te llamo desde tu natural Dourdan donde se desenvolvió parte de tu meritoria vida, cuyas calles asombradas te vieron transitar desde tu acogedor hogar remanso de paz y de armonía. Y avanzo contigo en el tiempo y veo que en las calles soleadas de Sainville pasea una doncella que guarda en el temblor de sus miradas un pétalo de sombra y una luminosa estrella.
Eres tú, Madre Fundadora que aureolada llevabas en tus sueños ese tu proyecto, la Presentación.
Y en tu constante misionar, a la ciudad luz quiero acompañarte donde madame Leticia, madre del emperador Napoleón fue tu apoyo y protectora en las batallas que libraste para salvar la Congregación, obra de tu ardoroso empeño. Y ahora, te estoy hablando, aquí sentada, con los ojos bajos, y mis manos piadosamente unidas celebrando tu natalicio y los 365 años de tu llegada al mundo Los 91 de tu paso por la tierra y los 274 de tu anhelada Pascua y arrodillada ante tu imagen para cantar el valioso regalo de tu vida, darte el abrazo de hija, que alargo inmensamente hasta los cielos en nombre de todas las que en la Presentación, somos tus hijas.
Hna. Cristina del Rosario - Miramonte