José y María, buenos judíos, cumplen con la ley judía y acuden al templo en la purificación de María y para presentar y consagrar a su hijo al Señor. Al que cogió en sus brazos y, lleno de alegría, prorrumpió en un canto de alabanza a Dios “porque mis ojos han visto a tu Salvador”.
Aunque bien María sintió aparentemente algo de tristeza al saber que muchos no acogerían a su hijo, como otros sí, “Y a ti, una espada te traspasará el alma”.
En este 2021 que termina en pocos días, es preciso hacer una catarsis sobre todas nuestras vivencias transcurridas a lo largo del año, ahí podremos entender que el amor de nuestro Señor Jesucristo siempre ha estado con nosotros y que jamás nos ha dejado solos, porque Él es así, nuestra fortaleza y luz, así pues, que, sintámonos alegres y regocijados por todo el amor y las bendiciones que hemos recibido.