Los padres han cumplido con lo que ordena la ley y vuelven a Galilea, a Nazaret. Y ahí Lucas, deja una constatación: el niño iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría. La gracia de Dios estaba con él.
Ahí comienza la “vida oculta” de Jesús hasta que lo encontramos predicando por Galilea. Solo en Lc 2,41-52 este evangelista nos narra su permanencia en Jerusalén con el consiguiente susto de sus padres al no encontrarlo en la caravana de la que ellos tres formaban parte.
Destaquemos estos días el protagonismo de la familia y como han de encontrar la forma de estrechar lazos, construyendo vínculos y hacerlo a través de los valores de la familia de Nazaret. Un contexto que ha de favorecer el crecimiento de todos, cuando el Evangelio va uniendo y fortaleciendo una forma de vida sencilla.