Siete días después de Navidad, volvemos a proclamar en la Misa el prólogo del evangelio de San Juan. Estamos celebrando la misma fiesta: “que la Palabra se hizo carne” y continuamos prolongando la alegría, la profundidad, la riqueza de este misterio, que no todos lo acogen porque la Palabra es luz y “la tiniebla no la recibe”.
Hoy es un día hermoso para agradecer a Dios por todas las dadivas recibidas a lo largo de este año, todos los aprendizajes obtenidos a través de las diversas vivencias que hallamos tenido, por ello, hoy podemos tomarnos unos minutos en soledad y silencio para elevar una oración de gracias hacia nuestro Redentor y rogar por nuestro bienestar para este 2022.