A Jesús se le acerco muchas personas como de costumbre, pero un hombre en particular se le acercó y le imploró que le ayudara a sanar a su hija, también había una señora que llevaba muchos años enferma con una hemorragia en la cual había gastado su dinero para sanar, pero entonces, ella se le acercó y le tocó el manto, pensando que con eso sería sanada, y así fue, inmediatamente todas sus heridas se cerraron, Jesús sintió esto y preguntó quien le había tocado, la mujer se le acercó y le con todo toda la verdad, a lo que Jesús respondió “Tu fe te ha sanado” en eso el padre de la hija se ha dado cuenta que su pequeña había muerto y le decían que ya no molestara más a Jesús, pero Él escuchó aquella conversación entonces, le dijo, no temas basta con que tengas fe, ya en los aposentos de la niña, solos con su padre y madre le llamó mientras tocaba su mano, es así como su hija volvió a la vida.
Este es un Evangelio hermoso y muy prometedor para iniciar este mes de febrero, pues habla de la fe que espera atenta al llamado de cada uno de nosotros, muchas veces nos encontramos en situaciones de las cuales creemos que no podremos salir bien librados pero en realidad, con solo tocar el manto de nuestro Señor con fe seremos escuchados y ayudados, Jesús nos elige al azar a quién ayudar, Jesús acude a quienes le buscan y creen en Él, porque es precisamente la fe nuestra gran salvación, a veces cuando nos sentimos tan vacíos y solos, creemos que ya no tenemos más salida, pero la solución a todo esto, la tenemos dentro de nuestros corazones, es nuestra fe, porque Jesús está para nosotros.