El mensaje del evangelio nunca ha brotado en medio de la ostentación y la riqueza, sino desde la sencillez, la pobreza y la coherencia de donde nace la predicación.
Jesús insta a sus apóstoles a tener cómo máximo afán, el llevar su mensaje y hacerlo sin otros objetivos. Solo deben ser transmisores de lo que han vivido y aprendido junto a Jesús, su Maestro.
Los cristianos, a veces, desconfiamos de nuestra responsabilidad y posibilidad de ser mensajeros de Jesús, dejando esa labor a otros y rechazando ese compromiso.