Este pasaje evangélico nos muestra, un día más, la cercanía y la misericordia de Jesús con los que acuden a él. El relato de hoy es sobre una persona ciega, quien sus amigos lo traen ante Jesús para que le curara su ceguera. Curioso el detalle de que le cura al segundo intento y no al primero: “le puso otra vez las manos en los ojos”, y fue entonces cuando el ciego pudo decir que veía todo con claridad.
La inmensa mayoría de nosotros no hemos nacido ciegos. No sabemos lo que es la ceguera de nuestros ojos. Pero tenemos que reconocer que, en las cuestiones más importantes de nuestra vida, como saber de dónde venimos, hacia dónde vamos, qué tenemos que hacer para encontrar la felicidad ante las distintas circunstancias de la vida, qué valores vivir.