El Evangelio de este día se sitúa en el contexto del camino que Jesús emprende hacia Jerusalén, con sus discípulos; el camino hacia la cruz. En ese camino Jesús quiere ir enseñando a los suyos qué significa y qué implica seguirle.
El relato de hoy se encuentra justo a continuación del diálogo de Jesús con una persona que desea encontrar el camino de la Vida y quiere saber qué es lo que tiene que hacer.
Al lado de esta reacción, tan humana, tan nuestra, descubrimos la de Jesús que mira con cariño a esa persona que se aleja de Él y que además se va entristecida; que nos hace consciente del difícil camino de la libertad interior frente a todo lo que nos ata, si sólo nos apoyamos en nuestras fuerzas; que nos abre a la desmesura del don de Dios, que nunca es proporcional a nuestra entrega y que nos descoloca ya que para Él.
Es un joven, un perfecto judío, quien se acerca Jesús. Cumple fielmente todos los mandamientos desde niño, entra dentro de los estándares de los fieles judíos practicantes, pero no encuentra seguridad en su salvación final.
Es realmente difícil para un rico entrar en el reino de los cielos. No importa el nivel de su riqueza, no es necesario que sea cuantiosa, sino que tengamos el corazón firmemente agarrado a ella y nos cueste compartirla.
Muchos tenemos una riqueza, puede que muy pequeña, pero que nos impide ser generosos, que nos ata con esas cuerdas invisibles que nos obligan a estar sometidos a ella.
Los fariseos, para tentarle a Jesús, le tienden una trampa con esta pregunta, “¿le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?” él les replicó: “¿Qué os ha mandado Moisés?”. Contestaron: “Moisés permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio”. Jesús les dijo, “por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio no era así”.
Si bien el Evangelio de hoy nos puede parecer un tanto complejo es gran parte es fácil de comprender, “Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”.
Ahora bien, si nos preguntamos si es que el hombre y la mujer no pueden separarse una vez concebido el santo matrimonio, entonces ¿Qué se debe hacer ante la ausencia del “amor” ?, es sencillo de visualizar, Jesús lo que nos quiere decir es que el amor es algo que viene del Padre por ende es sagrado, pero nosotros los seres humanos nos hemos encargado de profanar este maravilloso Don que Dios nos dio. Cuando en una relación se empieza a desgastar el amor, como le llaman en el argot popular, es porque en el corazón de los dos, la fe se empieza a flagelar, ahora bien, es preciso tomarse el tiempo que nuestros corazones nos indiquen para elegir a quienes serán nuestros compañeros o compañeras de vida, porque unirse en Santo Matrimonio es algo tan puro, tan santo que debería tomarse de esta manera.
Sabiduría para elegir a tu pareja de vida y fe para sostener una unión bendecida por Dios, recuerden queridos hermanos que “una sola golondrina no hace llover” se necesita de los dos para que, “Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”.
Uno de los más grandes pecados de que habla el Evangelio es el escándalo. Pone en peligro el seguimiento que otros quieren vivir con Jesús, les hace dudar de su camino. Esa es la razón de las exigencias tan duras que propone Jesús al que se siente tentado a escandalizar. Se trata de arrancar de raíz todo aquello que lleva a obrar así.
En otras palabras, es necesario renunciar a someter a otros a los propios criterios o deseos, y hay que estar dispuestos a compartir con ellos los grandes valores de la vida y los mejores sueños para el porvenir de la humanidad.
Cuando te propones algo, ¿tienes en cuenta las consecuencias que puede tener para los demás lo que tú hagas? Ante una iniciativa que surge esperanzadora en torno tuyo.
Cuando Juan le dice a Jesús que han impedido que un hombre echara demonios en nombre de Él, Jesús les dice que no lo hagan porque quienes no están en su contra obran a su favor.
Sobre en este evangelio, y quizá yendo un poco más lejos, hoy no encontramos con muchas personas que sin oír a Jesús y sin meterle en su vida, realizan obras buenas, obras que están de acuerdo con el evangelio: aman, perdonan, son justas, son limpios de corazón.

 

Porque Jesús nos enseña a no solamente nos dice que tenemos que amar, sino que nos pide amar hasta los enemigos, no nos dice solo que hay que perdonar, sino que debemos perdonar.
Jesús, ve próximo el final de su misión, ha elegido un grupo de personas que ha ido formando, han sido testigos de su vida, sus milagros, sus enseñanzas y, en ese contexto con fuerte sabor idolátrico Jesús hizo unas preguntas, una pequeña encuesta.
¿Quién dicen que soy yo? ¿Qué dicen en vuestro entorno? La gran respuesta de Pedro “Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” Bienaventurado Simón, responde Jesús, porque eso no procede de tu inteligencia, sino que “te lo ha revelado mi Padre que está en los cielos”.
Marcos nos presenta en este evangelio a Jesús sanando a un “endemoniado”, un enfermo grave de epilepsia. Es su padre quien se presenta ante el Señor a interceder por su hijo con una fe insegura.
Dios es un Señor de vida, enviado a salvarnos y redimirnos del mal. Jesús nos trae la buena nueva, su evangelio de salvación.
La antítesis permanente entre bien y mal. Pero la fuerza del Señor viene a liberarnos de las ataduras del demonio y de la muerte, entregarnos una nueva vida, una forma de entender la realidad desde la presencia de Dios en medio de nuestro mundo, en relación personal con nuestras vidas
El Evangelio de hoy Jesús habla con claridad y nos obliga a posicionarnos, a repensar nuestras actitudes y poner nuestra vida en consonancia con nuestra fe, con nuestra adhesión a Él y a su Evangelio. No se puede estar entre dos aguas. Pero dice aún más, nos da una clave: «Quien quiera salvar su vida, la perderá”.
Jesús nos está invitando a seguirle y eso significa asumir el riesgo de una existencia que no se reserva, que se da, como se dio él, en la certeza de que es más fuerte el amor que la muerte; que la cruz, que no niega y que nos invita a cargar como él cargó, no tiene la última palabra y es una cruz gloriosa, que nos lleva a la vida; que este Jesús muerto en cruz es el Cristo resucitado.
Evangelio no se aleja de esa idea y nos pregunta ahora con fuerza: ¿de qué te sirve ganar el mundo entero si arruinas tu vida? Es decir, ¿Qué sentido tiene poseerlo todo a los ojos del mundo y estar vacío por dentro?

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