El Evangelio de hoy nos hace un recuerdo de lo que es cuestionar a Cristo, pues esto tiene sus consecuencias. A primera vista la actitud de los sacerdotes y los ancianos nos puede parecer infantil, es como si dijeran "vamos a poner a éste en un apuro y el pueblo estará con nosotros".
Jesús se encontraba hablando con la gente, predicando la Buena Nueva, enseñando en el Amor, y de repente se acercan los sacerdotes y los ancianos con intenciones oscuras porque lo que aquel hombre de Nazaret dice les resulta molesto, les rompe los esquemas.
No sabemos de dónde viene el bautismo que Juan realizaba ¿Vosotros sabios, doctores de la ley, no lo sabéis? Pues yo no os lo voy a decir. Cristo les pone en su lugar y deja al descubierto sus malas intenciones.
Hoy el Evangelio nos muestra el camino del Adviento la figura de Juan Bautista es de suma importancia el cual está enmarcado dentro del Evangelio de Mateo en la sección narrativa que comienza con el testimonio que Jesús mismo da sobre Juan.
El Evangelio de hoy pretende sacudir un poco nuestras conciencias adormiladas, sumergidas en el consumismo y la comodidad en la que vivimos, Jesús es la Sabiduría que nos ha mostrado el camino, la luz que nos ha dado inteligencia para saber discernir, la vida que nos alimenta y nos da vida eterna.
En el Evangelio de hoy nos encontramos con la figura sorprendente de Juan el Bautista, muchos se han preguntado sobre él y su profético modo de proceder. ¿Será este el Mesias? El mismo Juan responderá, cuando sea preguntado sobre sí mismo y su misión: Yo no soy el que pensáis.
Jesús establece también una diferencia entre Juan el Bautista y el menor en el Reino de los Cielos al hacer esa afirmación: ”aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.
Termina el pasaje del evangelio indicado Jesús que se ha cumplido también la promesa de venir Elías a preparar la llegada del Mesías. Eso ha ocurrido en la persona de Juan, que realiza, con el mismo espíritu profético de Elías, lo que de él se esperaba: irás delante del Señor a preparar sus caminos. “Con tal que queráis admitirlo”.

Renueva en nosotros el deseo de ser santos:
que en nuestras palabras resplandezca la verdad,
que nuestras obras sean un canto a la caridad,
que en nuestro cuerpo y en nuestro corazón brillen la pureza y la castidad,
que en nuestra vida se refleje el esplendor del Evangelio.

Eres toda belleza, María.
En Ti se hizo carne la Palabra de Dios.

Ayúdanos a estar siempre atentos a la voz del Señor:
que no seamos sordos al grito de los pobres,
que el sufrimiento de los enfermos y de los oprimidos no nos encuentre distraídos,
que la soledad de los ancianos y la indefensión de los niños no nos dejen indiferentes,
que amemos y respetemos siempre la vida humana.

Eres toda belleza, María.
En Ti vemos la alegría completa de la vida dichosa con Dios.

Haz que nunca perdamos el rumbo en este mundo:
que la luz de la fe ilumine nuestra vida,
que la fuerza consoladora de la esperanza dirija nuestros pasos,
que el ardor entusiasta del amor inflame nuestro corazón,
que nuestros ojos estén fijos en el Señor, fuente de la verdadera alegría.

Eres toda belleza, María.
Escucha nuestra oración, atiende a nuestra súplica:
que el amor misericordioso de Dios en Jesús nos seduzca,
que la belleza divina nos salve, a nosotros, a nuestra ciudad y al mundo entero.

Amén.

- Oración por el Papa Francisco

Jesús acaba de expulsar a un demonio. Ante este hecho hay tres reacciones: la de corazón limpio; que reconoce la acción de Dios por medio de Jesús y “se quedó admirada; a los que no les convencen del todo: quieren “una señal apocalíptica.
Este relato recoge el momento más duro de la polémica de Jesús con la autoridad religiosa de su pueblo. El afán de desprestigiar a Jesús les lleva al extremo de acusarle de expulsar los malos espíritus por pura magia.
Jesús rebate con toda lógica: “¿Satanás va a combatir contra Satanás? Yo echo los demonios con el dedo de Dios. El que no está conmigo, está contra mí”.
En el evangelio de hoy, Mateo se reúnen algunas instrucciones sobre el modo de actuar en la comunidad de los que siguen a Jesús. El cuadro que dibuja Mateo sitúa a Jesús rodeado de los discípulos.
Jesús, antes de responder, coge a un niño pequeño y lo coloca en medio de ellos. El niño, en aquella época y cultura, representaba el último escalafón de la sociedad.
De modo que si alguno de nosotros anda perdido, la comunidad debería hacer cuanto está en su mano para “encontrarlo”, para recibirlo, acogerlo, integrarlo.
Jesús se empeña en hacer lo difícil primero: ante aquel auditorio, lleno de fariseos y doctores de la ley, comienza por anunciar al paralítico que sus pecados quedan perdonados.
Jesús está realizando lo que ha venido a hacer: Acercar al Dios lejano y terrible de fariseos, doctores y, seguramente muchos de los asistentes, y puede que de nosotros mismos, hasta hacerle amable, amoroso y extraordinariamente compasivo.
Aquella gente que se reunió en torno a Jesús, porque vagaba desorientada y solitaria; buscaba un guía que le congregara. Esa muchedumbre corresponde a muchos de los cristianos de hoy en día.
Jesús libera y convierte en hombres nuevos a sus discípulos para que, a su vez, sean liberadores, continuadores del anuncio de la Buena Noticia y de la obra liberadora de toda opresión.
¿A quiénes evangelizar? A todos, comenzando por los más cercanos, porque nos debemos más a ellos.

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